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Abordaje de algunas temáticas poco conocidas: BDSM.

Por araim
Publicado: 22-02-2017 14:39
A raíz de un caso real, que ha obligado al trabajo en grupo entre dos psicólogos, se ha puesto de manifiesto la dificultad que supone tratar temas tan desconocidos como el BDSM por los profesionales, y marcar unos criterios de referencia para que tanto profesionales como pacientes puedan llevar a cabo una intervención efectiva.

Respuesta del psicólogo.

Conocimiento fundamental de las relaciones BDSM.

No es frecuente que un psicólogo se encuentre ante una temática poco tratada o someramente estudiada por la comunidad científica en el campo de la psicología. Sí es cierto que unas temáticas han sido tratadas con profusión, mientras que otras de una manera más somera.

Este es un problema que en otras áreas de salud también está presente, como es el caso de las denominadas, “enfermedades raras”. Siempre hay más demanda que recursos disponibles para la investigación, y si agregamos los vericuetos de los diferentes organismos y administraciones que proporcionan fondos, el problema se acentúa.

Cuando hablamos de BDSM (bondage, dominación, sumisión y masoquismo), estamos hablando de un caso similar al que ocurre con el caso de las denominadas “enfermedades raras”. Lo primero que nos encontramos es casi una ausencia de definición sobre qué es el BDSM. No tenemos más que entrar en Google para comprobar esta afirmación. Se habla mucho de prácticas, de reglas, de protocolos, etc.; pero no hay, por decirlo de alguna manera, algo que se parezca a una definición más o menos académica. Es cierto que, en la literatura científica de habla inglesa, se puede encontrar más investigación, pero no mucho.

Dicho esto, vamos a tratar de hacer una propuesta de definición de qué es el BDSM. Para esto, debemos tener en cuenta que las definiciones, cuanto más genéricas son, describen el objeto de estudio con menor precisión, pero dan una perspectiva general más globalizadora. Cuanto más amplias, son más precisas, pero al mismo tiempo pueden incurrir en un menor consenso y siempre pueden quedar aspectos importantes en el aire. Así las cosas, nos quedaremos con la primera opción, la más globalizadora.

El BDSM es un tipo de relación asimétrica que puede implicar a más de dos personas, donde por un lado tenemos las figuras dominantes y las figuras sumisas. El objeto de este tipo de relación es explorar los límites del compromiso con premisas como la obediencia y la experimentación de diferentes prácticas de naturaleza sexual o no que pueden implicar dolor y algún tipo de daño físico, generalmente superficial y temporal.

En este sentido cabe aclarar los siguientes puntos:

1. Puede ser una relación entre dos o más personas, del mismo o diferente sexo.
2. La configuración de este tipo de relaciones puede ser muy diversa: desde relaciones entre personas de diferente sexo, a personas del mismo sexo donde cualquiera de ellas puede tomar el rol de dominante o sumiso, e incluso, como es el caso de los switch, donde una misma persona puede tomar ambos roles de manera alternativa.
3. La relación nace de manera voluntaria, es decir, la figura sumisa entrega el control de algunos o “todos” los aspectos de su vida, tanto personal como pública.
4. No hay una práctica de índole sexual que sea propiamente un indicativo de una relación BDSM, no obstante, hay unas prácticas que son más comunes que otras, como por ejemplo el bondage (ataduras, inmovilizaciones…) y el azote. Sin embargo, puede haber relaciones BDSM donde estas dos prácticas, muy comunes, no se den.
5. Cada relación tiene sus propias normas que se deben cumplir. Dichas normas se establecen de antemano, al comienzo de la relación y se pueden ir pactando nuevas normas con el transcurso del tiempo. Las condiciones pactadas se consideran como algo inviolable, y su no cumplimiento puede implicar castigos o incluso la ruptura de la relación.
6. El grado de implicación de la figura sumisa puede tener a grandes rasgos, dos niveles. Uno, llamémosle de “mínima implicación” que supone la aceptación expresa de cada práctica y grado de control que la figura dominante tendrá sobre la figura sumisa. Y otro, llamémosle de “máxima implicación”, que supone, solo excluir algunos ámbitos muy específicos, por ejemplo, cuando se da el caso en que la figura sumisa tiene hijos que no lo son de la figura dominante, la figura sumisa se reserva la ultima decisión de cara a sus hijos aún en contra del criterio de la figura dominante. La lógica de una relación de esta naturaleza es que comience desde un estado de mínima implicación y vaya evolucionando a un estado de máxima implicación.
7. En este tipo de relaciones puede haber “violencia” física, verbal y psicológica como parte de las condiciones pactadas, no obstante esta “violencia” no debe ser considerada como agresión, ya que forma parte de un pacto aceptado por las partes.
8. Este tipo de relación busca experiencias fuera de lo común, por tal motivo, pueden darse circunstancias en las que exista algún tipo de riesgo, tanto físico como psicológico. Para tratar de mantener bajo control estos riesgos, hay dos normas comúnmente aceptadas por la comunidad BDSM. Por un lado tenemos el SSC (sensato, seguro y consensuado) y por otro el RAC (riesgo asumido consensuado). La primera puede considerarse una aspiración, mientras que la segunda da por sentado que existen riesgos y que estos riesgos deben ser minimizados.
9. Dado que ciertas prácticas pueden implicar un riesgo considerable, se le da una importancia clave al aprendizaje sobre cómo, dónde y de qué manera se pueden llevar a cabo cada una de ellas.
10. La figura sumisa solamente puede imponer su criterio al de la figura dominante en un aspecto, el relacionado con marcar el final de la propia relación. Esto, en el argot BDSM es conocido como “pedir la libertad”, es decir, el equivalente al divorcio en una relación convencional.

Riesgos del BDSM.

Como tantas y tantas prácticas rutinarias, el BDSM implica algún tipo de riesgo tanto para la salud física como para la psicológica. Quizá esto pueda resultar extraño, sobre todo por el hecho de que normalmente no se considera un riesgo la vida en pareja entendida de una forma convencional. Pero esto no es tan simple como parece: la vida dentro de relaciones no BDSM puede ser muy estresante e incluso pueden llegar a los malos tratos, tan sutiles, que a veces puede resultar complicado identificarlos como tales.

Así, con esta perspectiva sobre la mesa, cabe la posibilidad de que alguien trate de enmascarar una relación de malos tratos tras una relación BDSM. Para los desconocedores de este estilo de relación, y a la vista de las prácticas que pueden llevarse a cabo, una relación BDSM podría ser considerada una relación de malos tratos y abuso. Pero nada mas lejos, ya que en su forma legítima, el BDSM es una relación donde las practicas que se van a llevar a cabo son aceptadas por los miembros y han sido pactadas de antemano.

Este punto es de la máxima importancia en la práctica profesional de la psicología, ya que detectar como malos tratos una relación normal dentro del BDSM puede traer graves consecuencias para los integrantes de la relación. La formación y preparación por parte del profesional se hace clave.

Si bien este es el riesgo mayor, no podemos dejar de lado los riesgos involucrados con las prácticas, como por ejemplo, el bondage, donde una cuerda que presiona mas de lo debido puede obstruir la circulación sanguínea, puede provocar un roce que genera un quemazón en la piel, una lesión muscular u ósea o también la asfixia, por citar algunos de los riesgos mas representativos. En estas situaciones se hace clave la preparación y prudencia por parte de quienes se involucran en este tipo de prácticas y la prevención de los accidentes que se puedan dar si algo se escapa al control.

No olvidemos que todos estos riesgos es parte de los riesgos de la vida cotidiana, como montar en bicicleta, donde debemos tener siempre en cuenta aspectos como los relacionados con las normas de circulación o el equipamiento que debemos llevar ante una hipotética caída que se puede producir en cualquier momento, ya sea derivada de la velocidad, un bache o un peatón que se cruza de manera inesperada en nuestro camino.

BDSM frente a relaciones convencionales o vainilla.

Se puede decir que una relación BDSM es lo contrario de una relación convencional, pero en realidad lo es más en la forma que en el fondo. La aspiración de los integrantes de una relación BDSM no es ni más ni menos que la felicidad, una aspiración muy común y no siempre lograda. Lo que la hace diferente es la forma de buscar esa meta.

Una relación convencional puede ser considerada como simétrica, en el sentido en que los miembros de esta relación la amparan en el diálogo y el consenso en cada momento, mientras que en el BDSM se han asignado unos roles inicialmente. Estos roles implican por un lado, mandato, y por otro obediencia. Si tales mandatos por algún motivo llegan a chocar con la obediencia debida, la figura sumisa puede pedir su libertad, lo que en el argot BDSM es equivalente a un divorcio en las relaciones convencionales. La petición de la libertad o concesión de la misma es bidireccional, es decir, cualquiera de las dos partes lo puede solicitar. Lo que hace de esta solicitud algo extraordinario, en el ámbito del BDSM, es que es la única situación en la que la figura sumisa puede imponer su propio criterio. Es decir, si la figura sumisa solicita su libertad, en contra del criterio de la figura dominante, esta deberá aceptarla sin más.

Para no pocos, esta forma de relación asimétrica, el BDSM, tiene como objetivo fundamental explorar aquellas facetas de la vida que son deseadas, pero que por algún tipo de prejuicio social, cultural, personal, se mantienen alejadas de las propias expectativas personales. Al ceder el control a otra persona, la figura dominante, los riesgos y temores pasan a caer sobre la espalda de esta, eximiendo en cierta medida de responsabilidad a la figura sumisa.

Para que una relación BDSM sea fructífera, es preciso que estas demandas por parte de la figura sumisa sean la aspiración, la meta a lograr por la parte dominante.

Como puede verse, las aspiraciones de una relación convencional (vainilla en el argot BDSM), son idénticas. Se busca felicidad, y superación, pero las metas fundamentales no están tanto en tener una buena casa y un buen coche, como en la realización personal, donde esta, es el punto clave y fundamental, el centro de este tipo de relaciones.

Si bien la vida sexual en el seno de una relación vainilla tiende a decaer más y más con el paso del tiempo, en una relación BDSM, la vida sexual tiende a ser muy activa, ya que no está centrada en caricias, sexo oral y coito. Esta mas centrada en la liberación de sustancias químicas conocidas como endorfinas u opiáceos endógenos, que son fuente de placer y ausencia de dolor. Por tanto podemos decir también que hay una diferencia neuroquímica entre quienes practican el BDSM y quienes no: la sensibilidad a este tipo de estimulación.

La información que tienen las demás personas sobre este tipo de relaciones, normalmente, es muy baja. Es posible que los familiares más cercanos no tengan ni idea del tipo de relación que vive su hija, hermano o padres. Las personas ajenas al mundo BDSM normalmente lo interpretan como un mundo lleno de depravación y vicio, motivo que promueve el secretismo, lo que en ocasiones puede generar un alto grado de confusión.

Antes de Internet y las redes sociales, la comunicación entre los practicantes de este estilo de vida era muy baja, solo en las grandes ciudades existían clubes donde tenían una relación directa. Con la llegada de la democracia a nuestro país nació alguna revista especializada que trataba sobre una temática que antes era un delito.

Con la llegada de Internet y las redes sociales el conocimiento sobre este estilo de vida y la interacción entre los miembros ha aumentado, lo que por un lado tiene ventajas, pero también inconvenientes, como los denominados “intrusos” que no buscan mas que sexo y/o agresión.